17 noviembre, 2005

Miedos


Alguna vez he comentado que estuve viviendo en Barcelona. Bueno, he pensado en ella porque últimamente ha habido algunas historietas por los blogs sobre Zaragoza y sobre viajes a Barna. Hace un año y pico ya, que me volví de allí. La verdad es que fueron 3 años y pico estresantes y maravillosos. Sí, ya sé que no pega mucho los dos adjetivos pero, es como fue para mí. Estresantes fueron por la cantidad de trabajo que tenía, parecía que trabajara en Florín Corporation. Maravillosos fueron porque por fin me emancipaba, porque salía de mi ciudad, porque hice un montón de amigos y me lo pasé fenomenal. Después de volverme a Zaragoza, he vuelto alguna vez pero, ya hace bastante que no iba. Este fin de semana voy para allí. Ya empiezo a notar los nervios en el estómago. Es como si yo tuviese 10 años y me fuese de excursión con el colegio. He quedado con mi ex compañera de piso. Ni siquiera he avisado a mis amigas de siempre. Estos nervios que estoy haciendo, en realidad son porque tengo miedo a llegar. Tengo miedo, porque lo que yo guardo es un muy buen recuerdo y sé que ya nada es como antes. La ciudad es la misma pero, ahora la extraña soy yo. Todas las veces que he ido me ha pasado lo mismo. Y lo malo no es antes, es justo cuando el autobús baja por la calle Numancia. Entonces sólo tengo ganas de decir:”Por favor, dé la media vuelta y volvamos a Zaragoza”. Menos mal que soy una persona adulta y aunque tenga peores miedos que un niño, la vergüenza me hace callármelos.