10 noviembre, 2005

Por fin es viernes

¡Por fin es viernes! ¡Ay qué bien! No sé que es lo que tiene que me anima un montón. Bueno, si me vierais la cara os asustariais. Los viernes me levanto una hora antes que el resto de la semana, y claro, llevo unas ojeras hasta los pies. Bueno, sí que sé que tiene el viernes. Que no trabajo por la tarde y que ya estamos en pleno fin de semana. No es que me moleste trabajar, en realidad (esto me da vergüenza) me gusta trabajar. Yo creo que siempre me ha gustado. Incluso cuando he trabajado de otras cosas. Bueno, señores que ustedes lo pasen bien, porque yo dejo de escribir hasta el comienzo de la semana que viene. Divertíos, amaos, disfrutad y aprovechad cada momento. ¡Un beso!

Mister X

Mientras veía ayer por la noche la televisión recibí el siguiente mensaje al móvil:
“Ummm! Qué bueno! Que aproveche. Muchos besos cariño. Te quiero”.
Evidentemente no era para mí. De hecho el teléfono que me lo envió sólo me venía como un número, no con el nombre del contacto. Lástima de esta memoria tan maravillosa que tengo, que aunque borre contactos de la agenda, sigo recordándolos. ¿Que quien era? Fácil, era X. Por supuesto, X no tenía la intención de mandarme el mensaje a mí, se lo iba a enviar a su nueva novia, claro. Pero, cosas del subconsciente o de haber estado 6 años conmigo, que al final terminó enviándomelo a mí. Claro, con ella lleva 6 meses de los cuales 3 solapados conmigo. ¿Y eso? Bueno, eso es la historia de X que se fue a vivir conmigo mientras mantenía otra relación paralela. Menos mal que ella me llamó al trabajo para comentarme su existencia, porque si no todavía estaría engañada. ¡Y eso que yo me creo muy espabilada! Siempre creí que si a mí me pasaba algo así, enseguida me enteraría. Ja, ja y más ja.
¡Ah! Y cómo terminó lo del mensaje. Fácil: Me volvió a enviar un mensaje de que sentía haberse equivocado. Yo le mandé otro de que yo no me podía equivocar porque lo había borrado de la memoria del móvil y que hiciera el favor de hacer lo mismo. ¡En fin! Que mi pasado me persigue de vez en cuando para abofetearme. Menos mal que soy como un tentempié de esos de los niños pequeños, por mucho que me golpeen siempre termino de pie.