Esta mañana al despertarme tenía mucho sueño. He salido a la calle y me he empezado a despertar por el camino. Entonces me he acordado de hace años cuando trabajaba de limpiadora. Por aquel entonces me despertaba a las 5 de la mañana. Cada vez que sonaba el despertador me dolía el estómago un montón. Era como un puñetazo en la boca del estómago. Era del sueño que tenía. Entonces sí que me podía quejar. Ahora, también recuerdo que al cabo de una hora empezaba a inundarse todo de un olor a café reconfortante. Y al momento se oía: “Chicas! A desayunar!” Era el mejor momento de la mañana. Íbamos a la parte de la cafetería y nos tomábamos el café sentaditas y contándonos nuestras cosas. Y cuando terminábamos continuábamos limpiando con la música de fondo y sin nadie alrededor. Una sensación relajante.
Conclusión: Que no me puedo quejar de sueño porque no me encuentro tan mal al despertarme como antes. Y también que no me puedo quejar de antes porque estaba muy bien.
13 junio, 2006
Suscribirse a:
Entradas (Atom)