13 julio, 2006

Brujita Rock

Este sábado se celebra el Brujita Rock en un pueblo cerca de Barbastro. Voy a ir porque toca un grupo que se llama Metronomicom. Bueno o al menos ese es el nombre que decidieron finalmente. ¿Qué tienen de especial? Aún no lo sé. Sé exactamente las canciones que van a tocar (ahora no me acuerdo pero me las dijeron) pero no sé como suenan en directo.
La decisión de ir o no ir, no os creais que me ha costado poco. Le estuve dando unas cuantas vueltas. Uno de los guitarras es mi ex. Claro que el otro guitarra es mi profesor de guitarra. El bajo el novio de mi amiga Gingeroles. El cantante, mi compañero del año pasado de canto. Y encima me alegra mucho verles que salgan al escenario porque son muy majos. Y vamos, me hace ilusión también estar de grupi junto con Gingeroles, chillando y tirándonos de los pelos debajo del escenario. Además ella es la primera vez que va a ver un concierto y su novio no está con ella, está al otro lado.
Así que supongo que será buena idea ir (no las tengo todas conmigo) y que me lo pasaré muy bien.

San Fermines

Estamos en plenos San fermines. Cuando llego por las mañanas al curro, paso por el bar de abajo a echarme un cafelillo con un cigarro. Y se puede observar a toda la clientela del bar con la boca ligermente abierta y sin prestar mínima atención a sus consumiciones. Todas las miradas se concentran en un punto del bar. Sí, ese punto, el televisor. Están los mozos y no tan mozos con periódico en mano pidiéndole a San Fermín que les guíe en el encierro. El bar en cuestión a esas horas, la única mujer que entra soy yo y las camareras, claro. Me daría lo mismo entrar en pelota picada que nadie se daría cuenta. Llego, me pido mi cortadito y me quedo con la misma cara de panoli que el resto del bar. Atenta mirando el televisor y concentrada para salvar con el poder de mi mente a cualquier incauto que se aproxime peligrosamente a un toro de esos. Es genial! No hace falta hablar.
Hace años parábamos de trabajar justo antes de que empezaran. Nos preparábamos los cafés, nos encendíamos el cigarrillo y ahí a ver como corrían. Y después al tajo otra vez. Ya lo he tomado por costumbre. Una costumbre genial porque yo no me podré ni harta de vino delante de un morlaco de esos, pero verlo por televisión con el cafelillo y mucho sueño en el cuerpo me gusta mucho.