El sábado nos pusimos a hablar del sentimiento de vergüenza ajena. Estábamos las tres de acuerdo que no hay sentimiento más estúpido que ese en concreto. Todo empezó porque en plena calle Alfonso me puse a silbar la canción de Los Gavilanes, telenovela que no he visto en la vida pero, cuya canción me sé debido a la insistencia de los medios. Les dije que ya podían avergonzarse de mí (soy capaz de hacer mucho el memo, mientras: a.- la gente de alrededor no la conozca en absoluto o b.- la gente de alrededor la conozca un montón ). Una de mis amigas me dijo que la única manera que se avergonzaría sería si fuese capaz de meterme en su cuerpo y hacerle silbar la canción a ella. Sé perfectamente que es inútil sentir vergüenza por lo que puedan hacer los demás pero, también sé que las pocas veces que he visto Crónicas Marcianas, he sido incapaz de verlas de seguido. Tenía que cambiar de canal de vez en cuando porque la “vergüenza ajena” me devoraba. Y en ese caso en concreto el sentimiento era todavía y si cabe más estúpido, ya que es algo que están poniendo en la televisión.
Total, que entre la vergüenza propia y la ajena, me rodeo de lastres inútiles, que sé que lo son pero, que soy incapaz de librarme de ellos.
23 enero, 2006
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