11 enero, 2006
El cursillo de verano
Miriam corrió por encima de las piedras muy muy deprisa. Su madre intentó alcanzarla pero con sus patitas le fue imposible. ¿Cómo una arañita tan pequeña puede correr tanto? Salió completamente empapada. Al final, bastante alejada la cogieron en una cueva de las proximidades. ¿A dónde vas? ¿Dónde están tus padres? A lo cual Miriam sólo contestaba con otra pregunta ¿Qué hora es? Mientras tanto pensaba que no les iba a decir donde vivía hasta las 12.Pilar estaba cansada. Bueno, más que cansada estaba asustada. A penas sí sabía sostenerse ligeramente sobre la superficie del agua y en la clase le hacían recorrerse la anchura del charco entero. No era un charco cualquiera, era de esos que no se les va el agua mas que en agosto. Hacía a penas 15 días que una amiga les había enseñado a andar sobre las aguas a ella y a su hermana. Aún no sabían a penas sostenerse como para ponerse a correr. Y entonces vio como su hermana huyó del charco. Sus padres le dijeron que ella era una valiente por quedarse a terminar el curso de “suspensión sobre fluido acuoso”. Pilar pensó que no, que a los valientes no les duele el estómago por las mañanas, ni tienen ganas de hacerse invisibles para que no les vean sus profesores. Pensó que ojalá hubiese sido tan valiente como Miriam para escaparse. Y volvió a preguntar: Señora! ¿Qué hora es? Las 12 guapa. Bieeeennn! Y todas las arañitas salieron del charco.
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