19 julio, 2006

La tormenta

Ayer aquí en Zaragoza cayó una tormenta gordísima. Hace mucho que no veía una así. Me quedé durante más de una hora en el Paseo de la Independencia bajo los arcos, esperando a que amainara un poco. Bueno, yo y unas 500 personas más.
Cuando era pequeña recuerdo una muy similar. Estábamos en el parque con mis hermanos. El parque en cuestión está a 5 minutos andando de mi casa pero, son muchos minutos cuando cae una así. Nos tuvimos que refugiar en un colegio que había cerca. Mis padres intentaban venir a buscarnos pero, no podían por la cantidad de agua. Había tanta presión en el alcantarillado que las tapas metálicas de las alcantarillas se levantaban, empujadas por la fuerza del agua. Al final, conseguimos llegar a casa. La luz se había ido y los tres hermanitos (el pequeño era demasiado pequeño) nos sentamos en la habitación de jugar con toallas por la cabeza y mirando los relámpagos de la calle, mientras los escalofríos nos recorrían el cuerpo.

¡Aish!

Entre que el cielo está gris, que no hace calor (¡por fin!) en la calle y a esto le sumo a Cristian susurrándome al oído. ¡Qué maravilla! He de reconocer que el chico en cuestión, en alguna ocasión con la letra de alguna de sus canciones es para pegarle pero, bueno. Me ha hecho sentir ahora que no se me ha olvidado cómo se quiere, sólo que lo tengo ahí en el cuarto oscuro del cerebro (sí del cerebro, si mal no recuerdo del hipotálamo), a la espera de salir. Y qué mejor que esta canción para ponerme los pelillos de punta. ¡Qué maravilla! Os dejo aquí el estribillo y yo me quedo con la sonrisa en los labios y una sensación de bienestar y relax, aish!:

Imagina, la noche que te duermas en mis brazos
Imagina, besar todo tu cuerpo muy despacio
Imagina, todito lo que tengo en mi guardado
Imagina, te entrego el corazón, no te lo doy...te lo regalo.