02 abril, 2007

Calma

Este fin de semana he estado en Cigüenza un pueblecillo pequeñito de Burgos cuyo ayuntamiento es llevado desde Villarcayo, al menos eso creo. Desde Cigüenza a Villarcayo se puede ir andando perfectamente, por una acera que está vigilada por chalecitos. El domingo por la mañana fui de un pueblo al otro dando un paseo. Hubo un momento que podía escuchar claramente el crujir de las piezas diferentes del paraguas que llevaba. Y también mi caminar sobre las baldosas de la acera. Escuchaba mi propia respiración. No había nadie y nada se escuchaba. Un descanso mental impresionante. Y al respirar profundamente olía a tierra húmeda y a hierba mojada. Andando, andando, un caballo en una finca que al oírme, se acercaba a la vaya a curiosear. Luego un perro ladrando, para avisar de mi paso por delante de la finca. Al volver por otro camino, un ternero mamando a distancia de medio metro de mí. Y la madre mirándome con cierto desprecio, como diciendo “ojo, no te acerques a mi niño”. Y ¿qué se oye? Ah! El río Nela, bajando rápido, chocando con las piedras. Uhmmm! Qué relax! Qué genialidad!