20 marzo, 2007
Hace media vida
Recuerdo hace ya digamos que hace un millón de años, cuando el hambre apretaba, cualquier sitio era bueno para las tareas domésticas. No había hueco en ninguna casa ni dinero siquiera para algún lugar cobijado bajo techo, al fin y al cabo éramos adolescentes y según que placeres se nos estaban totalmente prohibidos. Todo lo que se refería a lo innombrable yo lo aprendí gracias a la maravillosa revista Nueva Vale, que explicaba con pelos y señales como besar, chupar, lamer y moverse en cualquier circunstancia. Y por supuesto cada uno aportaba de su imaginación lo que buenamente podía. Como tapar la desnudez de una con tan solo el abrigo (Era pleno invierno). O refrotarse con disimulo para que nadie lo notara. Aunque creo que lo notaba todo el mundo. También el llegar a ir sin sujetador en verano para que el roce de los pezones con la camisa me hicieran llegar completamente ansiosa a una cita. Me he acordado al pasar delante de un parque de al lado de mi casa, que tenía unos bancos geniales, que tuvieron que aguantar mis iniciaciones. Ahora esos bancos no existen y han pasado ya al menos 15 años.
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