31 enero, 2006

El Alquimista

Actualmente me estoy leyendo El Alquimista de Paulo Coelho. Me he metido en internet buscando por ese título y me he encontrado con una crítica negativa. Está totalmente razonada y para gustos están los colores. Al señor en cuestión no le ha motivado en exceso. A mí me está gustando bastante. Yo no soy una gran lectora. No soy de las que se lee todo lo que cae en sus manos. Y menos libros espesos, tienen que ser livianos para que yo los devore. Al señor Humberto Eco, por ejemplo, he intentado leerlo en alguna ocasión pero, es superior a mis fuerzas, lo dejo al principio. Leo libro tras libro pero, en absoluto sesudos. Éste libro me está gustando mucho. Me gusta la idea de la búsqueda de la leyenda personal y de que el mundo conspire para conseguir que la cumplas. Muchas veces nos aferramos a lo que nos ha impuesto la sociedad y no nos atrevemos a hacer lo que nos gustaría hacer en realidad. En el libro el pastor tiene que perder todo lo que tenía para encontrar su verdadero camino. Leyéndolo me acuerdo de algo que hice y de lo cual me siento muy orgullosa. Al principio me daba vergüenza decirlo. Sólo me sentía a gusto en mi círculo de amigas. No quería seguir más en Barcelona pero, no me podía volver porque a pesar de haber echado currículums a diestro y siniestro en Zaragoza, no me llamaban de ningún sitio. Así, que me presenté a un anuncio de vender pisos. Hablé con mi amiga la poli porque un amigo suyo trabajaba allí y así me echarían una mano. Me cogieron a trabajar allí. No me gustaba el trabajo y el horario era super extenso, a pesar de trabajar poquito. Me daba vergüenza admitir dónde me iba a trabajar. Esa vergüenza es la influencia que la sociedad tiene sobre mí. Pero, sin embargo me sentía muy bien conmigo misma porque sabía que había mucha gente en mi situación pero, que nadie tenía la valentía de irse así. El pastor vendió sus ovejas y se fue a Marruecos para buscar su tesoro. Yo dejé mi trabajo y me volví a mi Zaragoza querida, que era precisamente lo que deseaba hacer. Un mes más tarde me llamaron de mi empresa actual. Seguro que si no me hubiese arriesgado aún estaría allí.

Cómo me la imagino

Bueno, un día describí a unas amigas o por lo menos tal cual las veía yo. Hoy me toca describir a otra persona. Hoy es su cumpleaños. No nos llevamos ni tan apenas 2 meses. Yo la veo como una persona super responsable. También es cómo me la ha hecho ver I. Tiene una risa contagiosa y siempre tiene los ojillos felices, o por lo menos es lo que me parece a mí. Además su aspecto es de que te entran ganas de abrazarla, así como muy tierna. Y todavía guarda algo de niña en sus gestos, sobre todo cuando sonríe, se puede observar como era cuando era pequeña.
A parte de bolsos, había que regalarte otras cosas. Yo te regalo mi artículo de hoy. Un beso y felicidades guapetona!