Cuando yo era pequeña, España era un país en vías de desarrollo. Esto creo que lo he contado varias veces. Al colegio iba con todo niños españoles hijos de españoles. Sólo había algún niño gitano, la única raza distinta a la mía, pero que eran de aquí tanto como yo. Cuando empecé a estudiar en La Almunia, fue cuando vi a marroquíes. Luego, hace 6 años cuando llegué a Barcelona, empecé a ver un montón de razas y nacionalidades distintas. Y hace 2 años cuando regresé a Zaragoza, me di cuenta que la plaza de enfrente de casa de mis padres estaba llena de colores distintos. Un montón de niños de distintas razas y nacionalidades jugando juntos. A un lado en la sombra, las señoras que van cubiertas desde la cabeza a los pies. Hablan entre ellas mientras vigilan a sus pequeños que están jugando en el tobogán. Al otro lado, una mujer oriental que da comba a una niña negra y a su hija. Mis vecinos son etíopes. Sólo se les ven los dientes cuando sales al rellano y está la luz apagada. Unas chicas que viven en el 9º son lo contrario. Blancas cuan vaso de leche, con los ojos claros y ligeramente marcadas las ojeras. Hablan de forma extraña. Si paseas por Conde Aranda, parece que te traslades a otra dimensión. ¿Quieres un tatoo de henna? Por supuesto, allí lo venden. ¿Quieres yerba mate? Claro, como no. ¿Un poco de vodka de marca impronunciable? Que sí, que sí que hay. No es por nada, pero no sólo se ha avanzado económicamente, si no que además aquí debido al avance monetario, hemos mejorado en la mezcla de culturas. Dicen que los perros más espabilados no son los pura razas, son los que van mezclados. Viva la mezcla.
Pd.: Me voy a buscar un cubano por el bien del avance de la especie humana (jijiji)
31 julio, 2006
Mi culebrón
El otro día nos pusimos a recordar mi hermana y yo en un bar, frente a un par de cocacolas. Recordábamos intentando darle un toque de humor a todo lo acontecido de hace 7 años para aquí. Sólo que no podíamos ponerle mucho toque de humor, pues la mayor parte de las cosas, o las que más nos han marcado no han sido precisamente para tirar cohetes. Aquí ni ella ni yo hemos contado nada. Por mi parte, la mujer de hielo, no me suelen afectar mucho las cosas pero, claro, es que huyo de los problemas y si no puedo huir no pienso en ellos. Por eso el otro día no me gustó nada recordarlo. Y no me refiero a pensar que nunca ha sucedido, me refiero a hablar de los detalles de lo que pasó. Ya sé que si fuese al psicólogo me haría hablar y hablar, o al menos supongo que es eso lo que haría pero, de momento mi técnica escapista a mí me sirve. Al final no ha sido tan malo pero, de verdad, si vendo nuestras vidas a Antena 3, seguro que montan un culebrón.
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