09 marzo, 2006

Rarezas

El otro día nos pusimos a hablar una amiga y yo de las rarezas de los gustos. Le comentaba que cuando tenía 17 años salí con el chico más guapo de la cuadrilla. El más guapo para mí que tengo muy buen gusto para mí misma. Tenía los ojos más bonitos que haya visto nunca. Eran ojos almendrados con un gran toque de tristeza que hacía que fuesen más bellos si cabía. El resto de la gente opinaban que belleza precisamente era de lo que carecía su rostro pero, yo todavía al acordarme de él, pienso que la gente no sabe apreciar la verdadera belleza. Peor para el resto del mundo si no saben distinguirla. La rareza viene porque un día tras varios meses de estar saliendo, tuvo que venir con gafas. Normalmente siempre utilizaba lentillas y ese día, tenía los ojos malos y tuvo que ponerse las gafas. Tenía entre 4 y 5 dioptrías por ojo. Y cuando lo vi, un nudo en el estómago me invadió. Aish! Estaba impresionante! Dios! Gracias! Me pasa con todo el mundo sea mujer u hombre. Cuando alguien lleva normalmente lentillas y de repente un día se pone las gafas. No tiene que llevarlas de cutio si no que un día se las ponga porque sí. Entonces no puedo evitar pensar qué guapos están. Y ya si es un hombre y de buen ver pues mejor todavía. Esa es mi rareza.
Mi amiga me comentó que ella tenía otra. Le encantan los chicos pequeñitos. Que no lo puede evitar. Y la verdad es que su novio de pequeño tiene nada de nada.
Otra que tal baila pero, que se asemeja más al gusto de muchas féminas es mi madre. Ella cuenta que le gustaba mucho ir a buscar a mi padre al taller. Cuando salía a decirle que enseguida se cambiaba y salía con el mono azul del trabajo y manchado con la grasilla de las máquinas. Cuenta que estaba irresistible. Aunque la verdad es que no me extraña porque mi padre estaba bastante bueno.
Y decidme...¿tenéis alguna rareza en el bolsillo?