23 mayo, 2006

Jengibre de médico

Esta mañana me he ido ha hacer unas pruebas radiológicas. Todo viene por mi acusada sordera. El otorrino me recomendó hacerme una prueba de los ángulos portocerebelosos (¿?). Y yo toda chula diciéndole a mi madre -que no, pesada, que no me acompañes, que será una chorrada lo que me tengan que hacer-. Llego a la Clínica y me dan ese papel tan alentador en el que se te indica que te quites todos los objetos metálicos que lleves (pendientes, anillos, armas blancas,...). En el papel de marras también se explica en que consiste la prueba y donde tienes que estampar tu firma... por lo que pueda pasar. Tras esto una amable enfermera me dice que me quede en pelotas, y que me ponga esos patuquitos tan fashion y ... la bata enseña-culo. Yo me desvisto, y me pongo todo lo que ella me pide, si me pidiera que me pusiera unas orejas de burro también lo haría. Me dice que pase a la sala donde veo un tubo, tamaño mi cuerpo. La prueba dura aproximadamente media hora. Me pide que me tumbe dentro del tubo, me sujeta la cabeza a la camilla con una correa, me avisa que oiré unos ruidos y que si siento un pinchazo es porque posiblemente tenga que inyectarme no sé que producto para poder ver mejor los conductos auditivos. Así que me meto dentro de esa estrecha cueva, casi sin espacio, casi sin poder respirar, y comienzo a oír algo que suena igual que un martillo hidraúlico, pasan 5 minutos, espero con terror que la enfermera se acerque en cualquier momento con la banderilla, pero de momento no he sentido el aguijón. HORROR, ¡me doy cuenta que no me he quitado los anillos!. Comienzo a intentar sacarlos de mis dedos, me muevo. La enfermera entra en la sala y me dice que no pasa nada, que me puedo dejar los anillos -tranquila-. Pues sí, me quedo mas tranquila, estoy sola, ojalá le hubiera dicho a mi madre que me acompañase, me estaría cogiendo la mano, comienzo a intentar relajarme, comienzo a pensar en el momento en el que salga de allí, de ese estrecho y agobiante tubo, me imagino andando por la calle, sé que hace un día estupendo, no hace demasiado calor ni demasiado frío, cuando salga me iré dando un paseo al trabajo, disfrutaré de la mañana, disfrutaré del día ... Tengo suerte. En realidad todo me va bien. Estoy bien. Pasan los minutos, pasa media hora... Se acabó.