15 septiembre, 2006
Jefeee! Un carajillo!
Antes, cuando estudiaba, justo antes de subir a realizar un examen, Sortilegio y yo nos tomábamos un carajillo. Nos lo solíamos tomar en el bar de donde estudiábamos. Otras veces buscábamos alguno que estuviera por los alrededores. Y siempre tendíamos a entrar en sitios en los que el camarero se conocía a toda la clientela, llevaba un palillo en la boca y de servicio de mesas nada de nada. Dulcemente te convidaban a recoger las consumiciones de la barra con un “Señoritas! Ya tienen los carajillos!” Seguramente si hubiesen medido los decibelios en esa frase, tendría que haber pagado multa pero bueno. ¡Ah! Se me olvidaba, por supuesto, el carajillo de coñac, nada de baileys ni ninguna mariconada de esas. En uno de los bares, nos llamaron camioneras, todavía no lo entiendo. Y citando a una cómica de años ha, ¿Por qué seráaaaa? Total, que me acabo de acordar de esto leyendo a Roque y a Diógenes con su bar super mega fashion, y he hecho una comparativa mental.
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