29 noviembre, 2005

Érase una vez


Érase una vez en un lejano reino dos hermosas niñas que vivían con sus hermanos y sus padres en una humilde morada. Su querida madre siempre les decía que las dos eran iguales en todo junto con sus queridos hermanos. Los cuatro hermanos se adoraban y se querían muchísimo. Pero, a pesar de lo que su madre decía, ellas estaban estigmatizadas de tal manera que tenían que hacer las camas, limpiar la casa y fregar los platos desde que eran mozuelas. Al cumplir una de ellas los 16 y la otra los 15 apareció una bruja mala que les echó una maldición: “A partir de ahora si queréis que se os valore tendréis que trabajar para así aprender el valor del dinero”. Como los hermanos varones eran más pequeños creyeron que al cumplir la misma edad se les aparecería a ellos también la bruja mala. Pero, por lo visto la maldición sólo era para las mujeres de la casa, porque los hermanos se pusieron a trabajar a la edad casi de jubilarse. Tal y como la sociedad les había inculcado, creyeron que al cumplir la mayoría de edad aparecería el príncipe azul que las amaría eternamente y serían felices y comerían perdices. Y pasaron los años y un montón de príncipes azules (más de los que los padres les hubiese gustado, jajajaja! Y además más de los que ellos sabían.). Al llegar a una edad prudencial, dejaron de creer en semejantes moñeces, se independizaron, basaron su futuro en sí mismas. Estudiaron, tarde, pero, estudiaron y se sacaron cada una un estudio diferente que gracias a su inteligencia y a su perseverancia, lograron conseguir trabajos acorde con su preparación. Ahora son felices y comen, no perdices, sino lo que les viene en gana, y cuando ellas quieren. ¡Ah! Y ya no esperan al príncipe azul, de vez en cuando disfrutan de un revolcón con algún bardo, ya que todo el mundo sabe que son muuucho más divertidos que los príncipitos esos que se rompen de mirarlos. Y las noches de sábado se las puede ver sobre volando los tejados del casco viejo montadas en sus escobas. Jajajajajaja!

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja, me siento totalmente identificada!!! Que bien lo has descrito, me he reído un montón. En fin, a mi siempre me han gustado mucho más los bardos que los príncipes, son mucho mas de mi estilo. A ver si este finde volvemos a sacar nuestras escobas, querida isterica....

Raist dijo...

Al final los cuentos siempre acaban bien, es lo que tienen...

Sofía B. dijo...

¿Eran azules o un poco malvas los príncipes? Mira que yo azul, azul no he visto ninguno.

Por cierto increíble yo también me he acordado hoy de Blancanieves.

*Laura* dijo...

Ja,ja que bueno el cuento, sobre todo el final , do qe sí a los principes que los den, tu acuestate con los malos y chulos que son mas divertidos, muack!!!

Anónimo dijo...

Que narices! Acuestate con todos! Con los azuuuules, los maaaalvas, los blaaaancos, los neeeegros, los amarilloooss.....jajajaj

Buttercup dijo...

juaaaa, a ver cuando hacemos una cena de brujas juaaaa

Nadia dijo...

Secundo la idea del aqueelarre. Y nada de príncipes sólo vasallos.

Karl Andrews dijo...

Ja ja, el comienzo nos lleva a un estado mental que es totalmente opuesto al final...excelente!

Saludos
Karl

*Angulin* dijo...

Estupendo ensayo (o se escribe ensallo... no sé pa qué me meto en camisa de once baras)... creo que es real como la vida misma y con un final estupendo...

¿tu te consideras una brujilla?

isterica dijo...

Laura: He probado con buenos y con malos y a los malos al menos los ves venir. Los buenos terminan haciendo lo mismo.
Buttercup: No me lo digas 2 veces lo de la cena, que yo me animo muy rápido. Y montarla se puede montar en un santiamén.
Angulin: Me considero bruja dependiendo de las circunstancias. Aunque normalmente me termino portando muy bien.

elmasmalo dijo...

¡¡Vaya resumen de toda una vida!! Que bonito cuento, me alegra que haya terminado bien XDD

Anónimo dijo...

Excelente. No tengo palabras.
Desde ahora prestaré más atención al cielo, las noches de los sábados, para ver a esas brujillas sobrevolar la ciudad mientras toco mi laud y sonrío pensando que, cada escoba que pase, será un alma libre capaz de doblegar la vida.
......... y sonreiré.