18 octubre, 2006

El paisaje

Imaginemos que tenemos dos montañas. Una lejos en el horizonte y una cercana. La cercana se ve mucho más grande y la lejana se ve pequeña y sin importancia
De la cercana observamos su color verde, sus árboles, las piedras del camino y los arrollos. Y nos gusta. La lejana se ve seca, pelada y suponemos que está llena de alimañas pero, como desde lejos no se ven, no le damos más importancia.
Nosotros vamos por un camino que bordea a las 2 montañas. Cuanto más andamos, más cerca tenemos a la montaña alejada y más lejos a la cercana. Llega un momento en el cual estamos a la misma distancia de las dos montañas y entonces decidimos si nos gusta el paisaje. No vale mirar solo una de las dos montañas, tenemos que mirarlas a las dos y decidir. Si nos gusta el paisaje, nos gusta con todo y si no nos gusta, no nos gusta a pesar de lo que sea. Ahora, imaginemos que alguien nos pone en antecedentes. A esa persona lo que le ha quedado más claro es la imagen de la segunda montaña. El paisaje le ha parecido desolador y no le ha gustado nada de nada. Y antes de llegar te avisa. Conforme vas viendo el paisaje tienes en la cabeza la idea de que no te va a gustar por lo que te han contado. Pero, cuando empiezas a ver la visión completa de las 2 montañas crees que a ti sí te gusta el paisaje, aunque conforme observas y observas, lo haces esperando continuamente a que tenga razón la persona que te ha hablado anteriormente de las montañas. Y es cuando el filtro de otra persona te impide disfrutar y distinguir claramente tus propias ideas.
Me gustaria ser tan libre como para poder no prejuzgar a la gente por ideas de otros.

10 comentarios:

*Laura* dijo...

Pues no lo hagas, tu conocela y juzgala por lo que a ti te inspire y te haga sentir, eso si, escucha si ellos la conocen bien, pero no te deges influenciar, alomejor esa montaña para ti se ha vuelto de un color verde y brillante que muchos desconocen, ante todo se tu misma e intenta ser feli.

PD: Te tengo que contar, a ver si tengo un ratin y te escribo un email, un beso iste mia.

Juan dijo...

Estoy bastante de acuerdo con Lady Laura.

Por una parte no está mal ir prevenido por si acaso, que nunca se sabe si en la montaña te vas a encontrar el escondrijo de Sauron, lleno de Orcos.

Por otra parte el interior de la montaña puede esconder las mejores obras de los artesanos enanos, por feo que parezca el exterior.

Finalmente puede ocurrir que cuando uno se quita las gafas de sol de repente se ve todo con otra luminosidad. Una noche de descanso y seguro que a la mañana siguiente, con la luz del amanecer se ven las cosas mucho mejor.

Igual se aplica si no hablamos de montañas... ;)

elmasmalo dijo...

Joder como estas estos días. Tanta decisión sersual te va a dejar hecha polvo XD

susej dijo...

Es bueno escuchar los consejos de amigos y gente que te quiere. Pero tanto el éxito o el fracaso serán solo tuyos, así que eres tu la que debe tomar la decisión.
Eso sí, por como lo cuentas, creo que sabes que si te equivocas la gente que te quiere te apoyará.

KAMELAS dijo...

Oye .. el tarro ese lleno de miel no estará en la cima de la montaña pelada ??

isterica dijo...

kamelas: de hecho el bote son las montañas.

Pow dijo...

Una no contempla la belleza de una montaña hasta que no la ha vencido. Hasta que no se para en la cumbre para apreciar el enclave en su conjunto. Aunque subir hasta ahí arriba es un esfuerzo que tal vez no merezca la pena. Y uno no lo sabe hasta que no lo ha realizado.

Sofía B. dijo...

Nena estas montañas ¿no serán tíos?

Luis Amézaga dijo...

Aplicaré el consejo a las recomendaciones de cine. Entrar en el paisaje oscuro de una sala y con los ojos limpios admirar las imágenes con guión.

elmasmalo dijo...

Montaña pelada... miel... ¡¡Erotismo puro!!